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Las palabras matan.

El lenguaje es un reflejo poderoso de nuestras sociedades y culturas. Las palabras que usamos pueden construir puentes de comprensión y respeto, pero también pueden ser armas destructivas que fomentan la discriminación, el odio y, en muchos casos, la violencia. Este es el enfoque central de la campaña “Las Palabras Matan” de Speranto M.I., que busca retratar el peso que tienen las palabras en la discriminación y violencia contra las personas. Al entender que el lenguaje es el inicio de muchas formas de violencia, esta campaña nos desafía a reflexionar sobre cómo nuestras palabras pueden perpetuar estigmas y, en última instancia, causar un daño profundo, e incluso mortal.

 

Historias de vida afectadas por el lenguaje

 

Ian: La lucha por el respeto y reconocimiento

Ian es un hombre trans que ha encontrado la felicidad trabajando en una estética canina. Sin embargo, antes de que hiciera pública su identidad de género, o durante su proceso de transición, enfrentó momentos difíciles debido a la ignorancia y falta de respeto de algunas personas. Estas personas, en lugar de usar los pronombres correctos como “él” o su nombre, optaban por expresiones evasivas o despectivas como “lo que seas”. Este tipo de comportamiento no solo refleja una falta de comprensión hacia las personas trans, sino que también contribuye a la deshumanización y el estigma que enfrentan diariamente.

 

Usar el nombre y los pronombres correctos es un acto fundamental de reconocimiento y validación de la identidad de una persona trans. No hacerlo puede ser profundamente perjudicial, contribuyendo a la discriminación y perpetuando el sufrimiento emocional y psicológico de las personas trans. La historia de Ian nos recuerda la importancia de respetar y reconocer las identidades de todas las personas, promoviendo así una sociedad más inclusiva y compasiva.

 

Rocío: La fortaleza frente al odio y la discriminación

Rocío es una mujer trans que actualmente dirige el “Centro de Apoyo de Identidades Trans”, ayudando a otras mujeres trans a encontrar apoyo y recursos. Desafortunadamente, como muchas personas trans, Rocío ha sido víctima de numerosos ataques y actos de discriminación. Uno de los incidentes más traumáticos ocurrió cuando un extranjero, en un acto de odio y transfobia, le escupió en el rostro. Este tipo de agresión no solo es humillante y denigrante, sino también extremadamente traumático.

 

Ante esta situación, Rocío decidió marcharse del lugar para evitar una confrontación que podría haber escalado en violencia física o verbal. Su decisión de retirarse muestra tanto la difícil situación en la que se encontraba como su fortaleza para evitar un conflicto mayor. No obstante, Rocío no debería haber tenido que enfrentar una situación así en primer lugar. La transfobia y los ataques dirigidos a personas trans reflejan la falta de aceptación y respeto en la sociedad. Es crucial trabajar hacia una mayor concienciación, educación y apoyo para la comunidad trans, creando un entorno más seguro y respetuoso para todas las personas.

 

Kike: Resiliencia en medio de la adversidad

Kike es un hombre gay que creció en un entorno familiar, conservador y profundamente católico, donde enfrentó la desaprobación constante de su familia, que consideraba “ser gay como pecado”. Este rechazo y juicio han sido una carga emocional significativa para Kike, llevándolo a luchar con su identidad y autoestima durante gran parte de su vida.

 

A pesar de este entorno adverso, Kike ha demostrado una resiliencia extraordinaria. Su fuerza de carácter se pone de manifiesto aún más al considerar otro desafío significativo: la pérdida de una pierna. Este hecho, que podría haber derrotado a muchas personas, no ha frenado a Kike en su búsqueda de la felicidad y la realización personal. Actualmente, Kike disfruta viajando por todo México, rodeado de personas que lo valoran por quien es.

 

La historia de Kike subraya la importancia de la aceptación y el apoyo, tanto para la comunidad LGBTQ+ como para las personas con discapacidades. Su vida es un testimonio de determinación y coraje, recordándonos que, incluso en las circunstancias más difíciles, es posible encontrar la fuerza para seguir adelante y buscar la felicidad.

 

Las historias de Ian, Rocío y Kike son un recordatorio poderoso de cómo nuestras palabras y actitudes pueden impactar profundamente las vidas de los demás. La campaña “Las Matan” de Speranto M.I. nos invita a reflexionar sobre el poder del lenguaje y la importancia de usar nuestras palabras para construir un mundo más justo y respetuoso para todos. Al reconocer y respetar las identidades de todas las personas, podemos comenzar a desmantelar los prejuicios y estigmas que perpetúan la discriminación y la violencia. Juntos, podemos crear una sociedad donde cada individuo sea valorado y respetado por quien es.

Claudia: El camino hacia la aceptación

Claudia es una mujer con una identidad y personalidad que irradia autenticidad y valentía. Su cabello, siempre corto, refleja su preferencia por un estilo práctico y su desafío a las normas de género tradicionales.

Desde pequeña, Claudia sintió una desconexión con las expectativas convencionales sobre cómo debía verse y comportarse una niña. Mientras otras niñas soñaban con tener el cabello largo, Claudia siempre se sintió más cómoda y auténtica con el cabello corto o jugando fútbol. Esta elección ha sido una constante en su vida, un símbolo de su independencia y su rechazo a los estereotipos.

Claudia es una mujer bisexual, felizmente en una relación con su pareja mujer. Juntas, comparten una vida llena de amor, respeto y complicidad. Su relación es una fuente de alegría y apoyo mutuo; enfrentando los desafíos de la vida con optimismo y resiliencia.

Claudia es una apasionada defensora de los derechos LGBTQ+ y se involucra activamente en varias organizaciones y eventos que promueven la igualdad y la inclusión. Su propia experiencia de autoaceptación y las dificultades que ha enfrentado la han convertido en una voz poderosa en su comunidad. A menudo participa en charlas y talleres, compartiendo su historia para inspirar a otros a vivir de manera auténtica y sin miedo a ser quienes son.

El incidente en la calle, donde alguien le gritó “puto”, fue un momento impactante para Claudia. Aunque el insulto no era directamente para ella, lo que más le afectó fue la demostración de prejuicio e intolerancia. Este episodio no debilitó su espíritu; al contrario, fortaleció su determinación de seguir luchando por un mundo más justo y comprensivo.

 

Claudia es una mujer que ha aprendido a convertir las críticas en convicción y el dolor en poder. Su vida es un testimonio de la belleza de la diversidad, la importancia de la autenticidad y la fuerza que proviene de vivir fiel a uno mismo.

 

Erik: El valor de la esperanza

Erik siempre ha sido una persona optimista. Desde pequeño, su madre le enseñó a ver el lado positivo de las cosas, incluso en las situaciones más difíciles. Sin embargo, una tarde, mientras caminaba de la mano con su novio por el parque, su optimismo se puso a prueba. Sin contacto físico, simplemente disfrutando de la compañía del otro, un hombre que pasaba cerca les gritó con odio: “¡Se van a morir, bola de infectados!”.

El insulto resonó en la mente de Erik, no solo por su brutalidad, sino porque le recordaba el estigma que enfrentaba desde que había sido diagnosticado con VIH. A pesar de los avances médicos y la creciente conciencia sobre la enfermedad, los prejuicios y la ignorancia aún están muy presentes en la sociedad.

Sin embargo, una palabra de aliento de una doctora cambió su perspectiva. “Vas a estar bien”, le dijo, con una firmeza que le ofreció un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

 

La doctora le explicó que, gracias a los tratamientos modernos, podía llevar una vida normal y saludable. Erik, siendo el único en la sala de diagnóstico que no presentaba molestias, sintió un renovado sentido de gratitud y determinación. Decidió que no permitiría que el VIH definiera su vida ni su felicidad.

Su objetivo con esta campaña es combatir el estigma y ofrecer esperanza a aquellos que, como él, han recibido un diagnóstico de VIH.

A pesar de los desafíos y los prejuicios que aún existían, Erik vivía una vida plena y feliz. El insulto del hombre en el parque ya no tenía el poder de herirlo como antes. Había aprendido a centrarse en las palabras alentadoras, como las de la doctora, que le recordaban que la esperanza y la resiliencia son más fuertes que el odio y el miedo.

Adriana: Renacimiento

Adriana, desde joven, sintió atracción tanto por hombres como por mujeres, aunque no siempre supo cómo nombrar sus sentimientos. Fue en la universidad cuando finalmente comprendió y aceptó que era bisexual. Esta revelación, aunque liberadora, también le trajo desafíos que nunca imaginó enfrentar.

La primera vez que Adriana le contó a una pareja sobre su orientación sexual, la reacción fue devastadora. Su novio de aquel entonces, con quien había compartido muchos momentos felices, la dejó de inmediato. “No puedo estar con alguien que no sabe lo que quiere”. Adriana quedó destrozada. Le tomó mucho tiempo sanar esa herida y recuperar la confianza para abrirse de nuevo con alguien.

Su familia tampoco fue un refugio seguro. Cuando finalmente reunió el valor para contarles, la reacción fue una mezcla de confusión y rechazo. “No sabes lo que quieres”, le dijeron. “Las personas LGBT+ están dañadas”. Esas palabras resonaron en su mente durante años, haciéndola cuestionar su propia validez y sentirse incomprendida en su propio hogar.

Sin embargo, Adriana no permitió que estas experiencias definieran su vida. Decidió enfocarse en su crecimiento personal y profesional. Se graduó y comenzó a trabajar en una organización que brinda apoyo a jóvenes LGBTQ+.

Adriana conoció a su actual pareja, tal como ella es. Por primera vez, Adriana se sintió completamente vista y valorada en una relación. No tuvo miedo de compartir todos los aspectos de su identidad con su novio, quien la apoyó incondicionalmente.

Su familia dejó de hacer comentarios despectivos sobre su orientación sexual. Aunque no fue un cambio inmediato, ahora en una relación amorosa y aceptada por su familia, sentía que había renacido. Su historia es una de resiliencia y autoaceptación.

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